Artículo de ENRIC GONZÁLEZ (ENVIADO
ESPECIAL) publicado en “EL PAIS” el 19/05/12
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/19/actualidad/1337446569_992887.html
Resumen y
extracto del artículo publicado. De este artículo se puede extraer o pensar lo
que puede deparar el nuevo orden capitalista. ¿Volvemos a la explotación del género
humano sobre el género humano?
La ruina es terrible. La humillación es aún peor.
Los griegos, gente orgullosa, se sienten
reducidos a la condición de parias, acosados por las acreedores y
traicionados por sus políticos. Su economía se asfixia desde hace dos años y en
el futuro sólo puede empeorar.
“El fracaso de las elecciones del 9 de mayo, con un Parlamento que ha durado 24 horas porque era
ingobernable, me hace pensar que vienen días peores. Por delante sólo
tenemos temor e incertidumbre”. Panaiotis Durlis, actor y director, fue durante
siete años miembro del Teatro Nacional de Grecia y, por tanto, funcionario. Ya
no hay teatro público por falta de dinero y el actor-funcionario Durlis ha sido
asignado a la Fundación de la Ciudad de Atenas para las Personas sin Hogar. Ahora
prepara representaciones teatrales con desempleados. “Es una forma de mantener
la dignidad de estas personas”, dice, “y de mostrarles que con trabajo se puede
salir adelante”.
Los salarios
públicos han sido recortados de forma drástica. Tras los antiguos excesos
(un chófer ministerial podía ganar 4.300 euros mensuales), el otro extremo: el
salario de un profesor de primaria ha pasado de 1.200 a 600 euros. Los enfermos tienen que pagar sus propias
medicinas, y confiar en que el Estado les reintegre algo algún día. En dos
años han cerrado más de 500.000 pequeños negocios. Las tiendas están vacías.
Los bancos sufren una continua sangría de depósitos y en cualquier momento
puede desatarse un pánico colectivo que acabe con el sector financiero y con el
euro. El dinero casi ha dejado de circular.
Boupalos solía ingresar unos 2.000 euros netos.
Ahora no ingresa nada. Como Yanis, cuyo comercio de óptica permanece
paralizado: ni entra ni sale género. “Cada semana soy más pobre y tengo más
miedo. ¿Dónde llegaremos? ¿No podremos ni comer? Es terrorífico”, señala.
Junto a quienes se remiten a cuestiones culturales
y a un choque norte-sur para explicar la situación, están quienes señalan al
capitalismo como culpable. Como Isabella y Arguiró, ambas de 22 años y ambas
estudiantes de arquitectura en la Escuela Politécnica. “El sacrificio de los
más débiles forma parte del sistema capitalista”, explica Isabella, que se
niega a sentirse parte de una “generación sacrificada” por el saneamiento
económico. “No podemos dejarnos llevar por la tristeza y la ansiedad que vemos
en casa, tenemos que pensar que el futuro, de alguna manera, será mejor que el
presente”, indica. Tanto Isabella como Arguiró contemplan, sin embargo, la
posibilidad de emigrar tras conseguir la licenciatura. “Con tanta inseguridad
es imposible descartar opciones”, dice Arguiró.
El hundimiento de Grecia ha provocado ya tragedias
personales. Privadas en su mayoría, con dos grandes excepciones. La primera, en
2003, cuando la crisis era más moral que económica: el suicidio de Roubini
Stathea, responsable de desarrollo urbanístico en el Gobierno. Dejó una nota en
la que expresaba la esperanza de que su muerte sirviera para que los
funcionarios fueran “un poco más trabajadores; los políticos, un poco más
honestos; los jueces, un poco más creíbles; los periodistas, un poco menos
carnívoros”. La más reciente, el pasado 4 de abril, el suicidio del pensionista Dimitris Christoulas en la plaza
Syntagma, epicentro de las protestas en Atenas. Christoulas murió de un
tiro con un papel en la mano en el que explicaba que prefería morir antes que
rebuscar entre la basura para alimentarse.
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