El ataque a
la educación pública
Noam Chomsky *
(Desde el
Blog del Rojo al Verde, recomendamos la lectura de este artículo. Lo publicamos
tal como aparece reseñando en la web del enlace que hace referencia.)
La educación pública está siendo atacada en todo el mundo. En respuesta,
recientemente ha habido protestas estudiantiles en Gran Bretaña, Canadá, Chile,
Taiwán y otras partes.
California también es campo de batalla. Los Angeles Times informa
otro capítulo de la campaña para destruir al que había sido el sistema de
enseñanza pública superior más grande del mundo: Las autoridades de la
universidad del estado de California anunciaron planes para congelar las
inscripciones la próxima primavera en la mayoría de los campus y poner en lista
de espera a todos los aspirantes el siguiente otoño, con miras al resultado de
las votaciones de noviembre sobre una iniciativa fiscal.
Desfinanciamiento similar está aconteciendo en todo el país. En la mayoría
de los estados, informa The New York Times, los pagos de colegiaturas,
no las asignaciones estatales, son lo que cubre gran parte del presupuesto, de
tal forma que podría haberse acabado la era de universidades públicas
accesibles de cuatro años, fuertemente subsidiadas por el Estado.
Cada vez es más común que los colegios comunitarios enfrenten perspectivas
similares –y los déficits se extienden a grados K-12.
Ha habido un cambio de la creencia de que como nación nos beneficiamos de
la educación superior a la creencia de que la gente que recibe educación es la
más beneficiada y que, por tanto, debería pagar el costo, concluye Ronald G.
Ehrenberg, administrador del sistema de universidades estatales de Nueva York y
director del Instituto Cornell de Investigación de Educación Superior.
Una descripción más precisa, pienso, es Fracaso por diseño, título de un
estudio reciente del Instituto de Política Económica (EPI, por sus siglas en
inglés), que desde hace mucho ha sido fuente importante de información y
análisis confiable sobre el estado de la economía.
El estudio del EPI analiza las consecuencias de la transformación de la
economía de hace una generación, de producción nacional a la financialización y
tercerización. Por diseño, siempre ha habido alternativas.
Una de las principales justificaciones para el diseño es lo que el
galardonado premio Nobel Joseph Stiglitz llamó la religión de que los mercados
llevan a resultados eficientes, que recientemente recibió aún otro golpe
devastador con el colapso de la burbuja inmobiliaria, que fue ignorada bajo
argumentos doctrinales, desencadenando la actual crisis financiera.
También se hacen afirmaciones sobre los supuestos beneficios de la radical
expansión de las instituciones financieras desde la década de 1970. Una
descripción más convincente la aportó Martin Wolf, corresponsal sénior
de economía de The Financial Times: Un sector financiero descontrolado
se está comiendo desde adentro la economía de mercado moderna, de la misma
forma en que la larva de una marabunta se come al organismo donde fue
depositada.
El estudio del EPI observa que el Fracaso por diseño se basa en clases.
Para los diseñadores ha sido un éxito impactante, tal como lo revela la sorprendente
concentración de riqueza en el uno por ciento de hasta arriba, de hecho en el
0.1 por ciento superior, mientras la mayoría se ha reducido a un virtual
estancamiento o caída.
En pocas palabras, cada vez que pueden los maestros de la humanidad siguen
su vil máxima... de todo para nosotros y nada para los demás, tal como lo
explicó Adam Smith hace mucho tiempo.
La educación pública masiva es uno de los grandes logros de la sociedad
estadunidense. Ha tenido muchas dimensiones. Uno de los propósitos fue preparar
a los agricultores independientes para la vida como trabajadores asalariados,
que toleraran lo que consideraban virtual esclavitud.
El elemento coercitivo no pasó desapercibido. Ralph Waldo Emerson observó
que los líderes políticos apelan por la educación popular porque temen que este
país se esté llenando de miles y millones de votantes, y se debe educarlos para
que no nos salten al cuello. Pero correctamente educados: limitar sus
perspectivas y entendimiento, desalentar el pensamiento libre e independiente,
y enseñarles obediencia.
La vil máxima y su aplicación regularmente han generado resistencia, lo que
a su vez evoca los mismos temores entre la élite. Hace 40 años había una gran
preocupación de que la población se estuviera liberando de la apatía y la
obediencia.
En el extremo liberal internacionalista, la Comisión Trilateral –el grupo
de política no gubernamental en que se basó gran parte de la administración
Carter– emitió duras advertencias en 1975 de que hay demasiada democracia,
debido en parte al fracaso de las instituciones responsables del
adoctrinamiento de los jóvenes. En la derecha, un importante memorándum de 1971
de Lewis Powell, dirigido a la Cámara de Comercio de Estados Unidos, principal
organismo empresarial, lamentaba que los radicales estuvieran apoderándose de
todo –universidades, medios, gobierno, etcétera– y exhortó a la comunidad
empresarial a que usara su poder económico para revertir el ataque contra
nuestra preciada forma de vida –bien conocida por él. Como cabildero de la
industria del tabaco estaba bastante familiarizado con el funcionamiento del
Estado paternalista para los ricos, al que llamó libre mercado.
Desde entonces, muchas medidas se han tomado para restaurar la disciplina.
Una es la cruzada por la privatización –poner el control en manos confiables.
Otra son los drásticos aumentos a las colegiaturas, hasta 600 por ciento
desde 1980. Éstas producen un sistema de educación superior con mucho más
estratificación económica que en cualquier otro país, según Jane Wellman, ex
directora del proyecto Delta Cost, que monitorea esos asuntos. Los aumentos a
la colegiatura atrapan a los estudiantes en deuda de largo plazo y,
consecuentemente, en la subordinación al poder privado.
Los justificativos se presentan con argumentos económicos, pero son
singularmente faltos de poder de convencimiento. En países ricos y pobres,
incluyendo a México aquí al lado, la colegiatura sigue siendo gratuita o
nominal. Eso también era así en Estados Unidos cuando era un país mucho más
pobre, luego de la II Guerra Mundial, y gran cantidad de estudiantes pudieron
ingresar a las universidades bajo la iniciativa GI – actor para crecimiento
económico singularmente elevado, incluso dejando a un lado la importancia en la
mejoría de las vidas.
Otro instrumento es la corporatización de las universidades. Ello ha
llevado a un drástico incremento en las capas de administración, a menudo
profesional en lugar de sacarla del profesorado como antes, y a la imposición
de una cultura empresarial de eficiencia –noción ideológica, no sólo económica.
Un ejemplo es la decisión de los colegios estatales de eliminar programas
de enfermería, ingeniería y ciencias computacionales, porque son costosos –y
resulta que son las profesiones donde hay escasez de mano de obra, tal como lo
informa The New York Times. La decisión afecta a la sociedad, pero se
atiene a una ideología empresarial de ganancia de corto plazo sin importar las
consecuencias humanas, de acuerdo con la vil máxima.
Algunos de los efectos más insidiosos son sobre la enseñanza y el
monitoreo. El ideal de la educación de la Ilustración fue capturado en la
imagen de la enseñanza que pende de un hilo que los estudiantes siguen a su
manera, desarrollando su creatividad e independencia de pensamiento.
La alternativa, de ser rechazada, es la imagen de vaciar agua en un jarrón
–con bastantes fugas, como todo lo sabemos por experiencia propia. Este último
enfoque incluye enseñar para exámenes y otros mecanismos que destruyen el
interés de los estudiantes y buscan hacerlos a un molde fácilmente controlado.
Algo muy familiar en la actualidad.
El nuevo libro de Noam Chomsky, Making the future: occupations,
interventions, empire and resistance, es una colección de sus columnas para
The New York Times Syndicate.
* Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía del Instituto
Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge.
Distribuido por The New York Times Syndicate.
Redifundismo este artículo por su interés.