lunes, 14 de mayo de 2012

Para Wert, diez días son nada. Para la escuela, son demasiados


Artículo de opinión del Secretario General de la Federación de Enseñanza de CC.OO. de Andalucía, publicado en los medios de comunicación

José Blanco
Secretario General de la Federación de Enseñanza de CCOO de Andalucía.
Publicado en la Web de CCOO Enseñanza Andalucía

Diez es el número de días de baja que el ministro Wert ha marcado en el Real Decreto Ley 14/2012 (de medidas urgentes de racionalización del gasto público en materia educativa), a partir del cual podrá ser sustituido un profesor en situación de baja. Diez, ¿por qué diez? ¿Es que acaso son diez los días que un grupo de escolares puede no recibir sus clases de inglés o matemáticas sin que se perjudiquen sus rendimientos académicos, esos qué indica el ministro como tan deficitarios en el sistema educativo público español? ¿Diez días, por tanto, no perjudican a los estudiantes para que estos puedan realmente avanzar en ese nivel de excelencia que gusta tanto pregonar al señor Wert como el camino hacia el que debe avanzar el sistema educativo? ¿Se tendrán en cuenta esos diez días en los altos resultados que debe tener un escolar para acceder a ese nuevo modelo “reformista” de becas?

El derecho constitucional a la educación parece que sólo será posible a partir de este número emblemático. Así pues, durante los diez primeros días que una profesora este de permiso por maternidad o los diez primeros días que un maestro ingrese en un centro hospitalario, por ejemplo, los escolares se verán privados de su derecho a la educación, quedando cubierta esta atención con otro docente que no podrá realizar las funciones que originariamente tiene asignadas, principalmente de apoyo educativo a los escolares con problemas de aprendizaje o de coordinación docente, tareas fundamentales en los sistemas educativos de otros países que tienen los mejores resultados académicos. O incluso podremos ver a nuestros hijos e hijas repartidos entre otras aulas, porque sea esta la única la fórmula disponible en ese momento para garantizar su vigilancia.

La educación, por tanto, será transformada en una “guardería” (termino afortunadamente obsoleto en la educación actual) con atención tan sólo de vigilancia física, que va a impedir el avance en los contenidos de las distintas materias. Un profesor de inglés deberá cubrir la ausencia de un compañero de matemáticas u otro de lengua a uno de tecnología. “La calidad lo primero, sí señor Wert; así es como se avanza en la excelencia”.

El Ministerio de Educación obvia los procedimientos de algunas comunidades autónomas, caso de Andalucía, en la que después de muchas reivindicaciones y negociaciones, se ha creado un modelo que logra que “de media un docente de baja estuviese sustituido a las 48 horas, ahora lo será a partir de las 240 horas”. La crisis y el déficit para el Gobierno central lo justifica todo, incluido la merma de nuestro sistema educativo que retrocederá más de 30 años.

No obstante, detrás de ello subyacen varias ideas peligrosas que se pretenden trasladar desde el Gobierno de España a la ciudadanía. La primera es que el trabajo docente tiene poco valor, cualquier profesor puede sustituir a otro sin importar la materia que imparta: ¡qué más da! Pero sobre todo, se quiere transmitir que el profesorado y en general todos los empleados públicos, se toma muchas bajas, muchas de ellas gratuitas. Esta última idea es aún más grave por cuanto que daña la dignificación del profesorado y su papel de respeto y autoridad ante los estudiantes y sus familias. Además, a partir del tercer día de baja los trabajadores públicos verán reducido su salario retrotrayéndonos al propio siglo XIX en el que la clase trabajadora asistía enferma a las fábricas para no ver reducido su salario, una “semiesclavitud laboral” que con tanta lucha sindical habíamos logrado erradicar.
Señor ministro, son muchos los docentes que, aun teniendo más que motivos médicos para quedarse en su casa, acuden a sus centros por el compromiso que tienen con la educación y el valor que le dan a la atención a sus alumnos y alumnas.

Señor Ministro, al menos diga la verdad y reconozca que esto sí va afectar a la calidad de la educación que reciban nuestros hijos. Y que por desgracia, los recortes practicados por su Gobierno supondrán que la educación que reciban será bastante peor que la que están recibiendo ahora. No diga que quiere alcanzar la excelencia educativa porque lo que subyace de sus recortes es el camino hacia una educación asistencial para los hijos de los trabajadores y trabajadoras, los desempleados y para todos aquellos que su contexto social y económico no le permita acceder a una educación privada elitista que estará reservada a unos pocos que se la puedan pagar”.

Aunque es bueno hacer memoria: “esto ya pasaba en este país y luchamos en su día para cambiarlo, lo conseguimos y ahora seguiremos luchando para mantenerlo”.

ENMIENDAS AL PARADIGMA (Saben lo que hacen)


ENMIENDAS AL PARADIGMA

       Saben lo que hacen

            Quizás la única verdad de cuanto decía el Partido Popular cuando se hallaba en la oposición sea aquello de “sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo”. Y es cierto: lo saben, y ahora que pueden, lo están haciendo. Saben que para retomar el proyecto liberal suavizado tras la Segunda Guerra Mundial por las políticas socialdemócratas, era necesario intensificar el espíritu de rapiña genéticamente instalado en la ideología liberal (hoy ultraliberal). Lo saben y lo están haciendo, en connivencia con gobiernos y poderes fácticos neorregresivos, ahora globalizados sus nefastos mecanismos predatorios.  

Cualquier forma de redistribución de los recursos ha sido siempre para el liberalismo (y lo es ahora para el ultraliberalismo), una afrenta a las esforzadas y selectas élites de los grandes negocios. Tan es así que el inicial diseño liberal de la economía y su posterior evolución hasta nuestros días no es más que la historia de un fiasco concienzudamente perpetrado para legitimar las desigualdades, para imponer el desorden organizado, para blindar legalmente la injusticia, para perpetuar privilegios…

             “Sabemos lo que hay que hacer”. Claro que lo saben. Saben que sólo tienen que recurrir a los recalcitrantes principios del liberalismo económico: un contrato social tramposo y asimétrico, una política desactivada, un Estado al servicio de los afortunados, una población (lo de “pueblo” no les gusta) atemorizada, una libertad de empresa incondicionada, una propiedad incuestionada de los mecanismos de apropiación, unas leyes intencionadamente plagadas de ambigüedades, abstracción y generalidades…

            Todo eso lo saben. Pero se les escapa lo fundamental: que a pesar de la legión de historiadores complacientes de que disponen a efectos propagandísticos, la Historia ha dictaminado ya que los totalitarismos de todo tipo no tienen futuro, que son una aberración para la humana convivencia, que socavan las posibilidades de mejora individual y colectiva, que han estado en el origen de las grandes catástrofes ocurridas en el mundo, y que sólo generan odio y destrucción.  

Unas mezquinas expectativas centradas siempre en los intereses de grupo y en los altos beneficios de unas minorías hace que esos “pollos sin cabeza” (Millás) anden de aquí para allá confundiéndolo todo para mayor gloria de la especulación y la barbarie. ¿Serán capaces de aprender alguna vez, con lo que saben?

                                                           Jaime Pastor Rosado
Jaime Pastor Rosado, amigo y compañero nos envía de este artículo inédito, que nos da una síntesis de lo que subyace bajo las políticas que se nos están "imponiendo".

Jaime es Autor de la "Libertad Acaparada",
libro del que ya hicimos "reseñamos" en este blog.